Durante años, Booking.com se ha presentado como una plataforma cómoda, global y fiable para reservar alojamiento. Sin embargo, detrás de esa imagen amable se esconde un modelo de negocio que ha sido señalado repetidamente por reguladores y tribunales de medio mundo. Desde multas millonarias hasta prácticas abusivas contra hoteles y consumidores, Booking acumula un historial que invita a reflexionar: ¿realmente es la mejor opción para reservar?
En este artículo repasamos algunos de los episodios más controvertidos de la compañía, basándonos en informes oficiales y noticias recientes.
En 2024, la Comisión Europea designó a Booking como gatekeeper dentro de la Ley de Mercados Digitales (DMA). Este estatus se aplica a plataformas que concentran tanto poder que pueden condicionar las reglas del mercado digital. A partir de ahora, Booking tiene prohibido favorecer sus propios servicios en detrimento de los de la competencia, y deberá someterse a auditorías y controles más estrictos.
La ambición de Booking por controlar más es evidente. En 2023 intentó adquirir la agencia online eTraveli, especializada en billetes de avión. Pero la operación fue bloqueada por la Comisión Europea al considerar que reforzaría un “ecosistema dominante”. Según los reguladores, la compra habría permitido a Booking reforzar su posición en hoteles a través de la integración con vuelos, limitando aún más la competencia.
Booking incluso tuvo que pagar 90 millones de euros en penalizaciones tras el fracaso de la operación.
Durante años, Booking obligó a los hoteles a no ofrecer tarifas más bajas en otras plataformas o en su propia web. Estas llamadas cláusulas de paridad de precios han sido declaradas ilegales en varios países.
En Francia, el Parlamento prohibió expresamente estas prácticas.
En Alemania, el Tribunal Supremo dictaminó que incluso las llamadas “cláusulas estrechas” eran contrarias a la competencia.
Esto demuestra cómo Booking ha intentado durante años controlar artificialmente los precios para mantener su posición dominante.
Booking también ha sido acusada de aplicar técnicas de “drip pricing”, es decir, mostrar precios bajos inicialmente y añadir cargos extra al final del proceso de reserva. Estas prácticas han sido investigadas tanto en EE. UU. como en la UE, donde se exige cada vez más que el precio mostrado incluya todos los costes reales.
Varios estudios económicos, como este publicado en Econstor, muestran que este tipo de técnicas manipulan la percepción del consumidor y lo llevan a pagar más de lo esperado.
El historial de sanciones de Booking es largo. En España, la CNMC multó a la plataforma con 413 millones de euros por abuso de posición dominante, según su comunicado oficial. Aunque la Audiencia Nacional ha suspendido cautelarmente la sanción, el caso sigue abierto.
En Italia, Booking se vio obligada a pagar 94 millones de euros para cerrar una disputa fiscal. Y en Países Bajos, fue multada con 475 000 euros por notificar tarde una brecha de datos que expuso información sensible de miles de clientes.
Otro de los puntos oscuros es el sistema de ranking de la plataforma. Aunque Booking asegura que su orden de resultados es transparente, varios informes han demostrado que los alojamientos que pagan mayores comisiones obtienen más visibilidad. La propia DMA busca limitar este tipo de “autopreferencia”, que manipula la elección del consumidor y perjudica a los pequeños propietarios.
La conclusión es clara: plataformas como Booking no son neutrales ni gratuitas. Su modelo se basa en comisiones elevadas (que acaban repercutiendo en el viajero), prácticas opacas y presiones sobre los alojamientos.
Reservar directamente con los propietarios o a través de plataformas locales de confianza no solo garantiza mejores precios, sino que también fortalece la economía del destino, fomenta un turismo más justo y nos da una experiencia más auténtica.